lunes, 27 de octubre de 2008

Eficacia y Eficiencia III


En este camino de búsqueda, me reconozco como parte del elenco protagonista de la "puesta educativa. El papel del alumno, el que ocupo en este momento, es sumamente importante, no sólo porque es a quien se debe "seducir" al conocimiento, sino porque se establece una relación dialéctica con el docente, en la que ambos se construyen en sus roles.


De manera que, siendo coherente con el discurso crítico, desde nuestro lugar también se ha generado un atomizamiento visto por partes como irrecuperable, que seguramente podemos justificarlo con la forma de presentación de contenidos, pero hemos llevado esta pasividad al extremo de no demandar la reformulación de éstas presentaciones. Es de entender que me refiero a los estudiantes de los centros de formación docente, que somos los que tenemos, de cierto modo, el bagage de conocimientos al respecto para hacerlo.


En este sentido hay diferentes factores que hacen a esta situación: por un lado, las situaciones económicas de nuestro país (y del mundo), generaron la necesidad de encontrar carreras cortas con salida laboral medianamente inmediata. Esto hizo que la carrera docente picara en punta como un trabajo seguro para el ingreso al sistema laboral estatal, que en mayor o menor medida, asegura estabilidad y retiro. Sumemos a esto la idea errada de que educar es fácil, y tendremos una acumulación de aspirantes a docentes en los centros de formación, con intereses sumamente diferentes, y entre ellos, los pocos vocacionistas (por decirlo así) que realmente le interesa aprender a modificar la vida del otro de manera positiva y decisiva.


Pero aún entre los últimos podemos encontrar a los hijos del sistema positivista que marcó a fuego a nuestros docentes, a nuestra sociedad, como ningún otro, y durante años. Este modelo determinó al alumno como un receptor pasivo del enorme caudal de conocimientos que el docente depositaba en él. De manera que, a través de generaciones se instaló esta idea, no sólo desde los docentes, sino desde el modelo de enseñanza que habían recibido las generaciones anteriores, que ante el cambio social vertiginoso del que hemos hablado en entradas anteriores, se aferran naturalmente a viejas estructuras como aquellos pilares de su propia educación.


Desde las ideas constructivistas a esta parte, el alumno debe formar parte activa de este actuar educativo, responsabilizándose de la construcción de su propio conocimiento. Esta participación, a la par del cambio en el rol docente, quedó sólo en palabras. El alumno se acostumbró tanto a recibir pasivamente educación, que cómodamente sigue esperando que hoy todo se modifique sin su participación.


De esta manera, podemos decir que, así como eficacia y eficiencia, dentro del campo de los educadores de futuros educadores, es insuficiente por la significación que dentro de su biografía escolar estas dos palabras tuvieron, los alumnos deficitan de igual manera eficacia y eficiencia, por compartir la misma significación y biografía escolar, y evitar la responsabilidad que, en esta relación dialéctica con el docente, le compete en la contrucción del acto educativo.


En referencia a la calidad y disposición para estas relaciones, Miguel Angel Santos Guerra escribe un artículo en su blog que titula "Cena entre amigos", una lectura amable de realidades no tan amables.http://blog.laopiniondemalaga.es/eladarve/2008/09/

jueves, 16 de octubre de 2008

Chanchos mirando al cielo


La posmodernidad nos encontró asombrados con las novedades tecnológicas. Este asombro posibilitó el aprovechamiento de los mercados para tomarnos como espectadores del mundo y consumidores de todo aquello que las imágenes nos mostraran, incluso de ellas mismas.
Las nuevas generaciones nacieron con estos cambios y esta vertiginosidad, por lo que el asombro no fue el mismo para ellos que para nosotros. Esta diferencia hizo que dejaran de ser espectadores de las tecnologías y comenzaran a acercarse a ellas con intereses distintos a los nuestros: mientras nosotros mirábamos impávidos lo que la tecnología nos mostraba, los jóvenes incurcionan naturalmente en la tecnología para modificarla y asignarle un papel expresivo comunicativo para con el mundo, como son los fotologs, los blogs...
En este camino, los adultos perdimos audacia y atención, y los jóvenes quedaron huérfanos, debiendo significar instintivamente, no sólo las imágenes que consumían, sino aquellas que comenzaban a producir. Y como nosotros, adultos, aún no salimos de nuestra impavidez, no somos referentes de consulta, porque nos cuesta salir del asombro y dejar de ser espectadores.
Dentro de ese contexto, el docente se juega en tomar decisiones, que como espectante, muchas veces no son acertadas. Sin embargo, hace un tiempo, "Nostradamus" sociales, predecían la necesidad de un nuevo rol docente, que atendería al conocimiento que los chicos "traerían", tratando de guiar con significatividad un aprendizaje "aprovechable" para sus intereses.
La educación artística, plástica visual en particular, también cobraría protagonismo, a través del posicionamiento de la imagen como vedette del posmodernismo. Por lo que los jóvenes debían "instruirse" en la lectura de este nuevo texto, para entenderlo y para producirlo.
De eso se trata el rol del docente de educación plástica hoy: debe brindar herramientas que generen nuevos universos a descubrir, nuevos intereses en los chicos. Resignificando los que poseen a traves de actividades creativas que posibiliten explotar su cualidad expresiva. De este modo, comenzamos a formar en la participación, abandonando el lugar de espectadores, convirtiéndolos, a traves del uso adecuado de las herramientas del lenguaje, en productores de ideas.
Para esto, es condición sin equa non que como futuros docentes, nos despertemos del asombro y nos adentremos al mundo en que los chicos viven para poder guiarlos adecuadamente.