martes, 23 de diciembre de 2008

Evaluación, cuestión de conciencia


En lo cotidiano, las actividades diarias, incluso aquellas en las que consideramos que actuamos automáticamente, estamos evaluando. El ámbito de la educación no es la excepción. Nuestras decisiones de comprar tomates o esperar hasta la tarde que vienen de la feria más frescos, no tendrían mayores consecuencias, pero de igual manera son hábitos evaluativos que, de igual manera que en la práctica educativa, generan antecedentes de resultados ante determinadas decisiones estratégicas.
La evaluación es un elemento de vital importancia dentro del acto educativo. Por un lado permite conocer el grado de aprehensión de los conocimientos de los alumnos en el proceso de construcción del saber, y por otro lado funciona como una devolución de la práctica de uno como docente. Una especie de diagnóstico sobre cómo su práctica ha ido avanzando y cuáles son las modificaciones que se ven necesarias realizar para mejorarla.
Seguramente estaremos de acuerdo en que el método más indicado para estos fines es el de proceso, que posibilita el ejercicio “derrídico” de pararse en el margen y modificar, en el mismo camino de la práctica, las estrategias utilizadas.
En este sentido es necesario crear vínculos con el alumno que nos permita conocer sus potencialidades y sus necesidades educativas, más allá de sus intereses, que son los que nos permitirán formalizar nuestras prácticas en planificaciones plausibles y diversas.
El diálogo en este sentido se torna esencial, pero además de la búsqueda de comprensión del otro, también debe tener la meta final de mejorar no sólo la práctica propia, como hemos mencionado anteriormente, sino la estructura propia del alumno para apropiarse de los conocimientos.
Institucionalmente, la evaluación toma una forma titánica en dos aspectos: por un lado es también diagnóstica para considerar la calidad de la formación de la institución, y por otro, las prácticas evaluativas de las instituciones tienen mucho que ver a la hora de decidir sobre cuál responde mejor a las expectativas de los alumnos (en caso de los niveles más altos) y de los padres de alumnos (en caso de los niveles iniciales), lo que hablará de la calidad de personal docente y de la unidad en el equipo directivo.
En este sentido, la evaluación se torna fundamental para poner en relieve cuáles son los aciertos y cuáles los aspectos a mejorar dentro de la educación escolar.
En la institución a la que pertenezco conviven diferentes métodos de evaluación: por un lado, y dada las características de la formación artística de trabajar en forma de taller, existe una ineludible evaluación de proceso; por otra parte, la convive con espacios que forman en lo pedagógico, que si bien acompañan en el proceso de aprendizaje del alumno, la evaluación se concretiza en instancias parciales y finales. De igual manera, los mecanismos del sistema, obligan a los docentes a reducir a un número, los progresos, habilidades, potencialidades, de los alumnos, por tanto que resulta difícil congeniar el proceso con el resultado, pero es una contradicción a la que “el sistema” nos tiene acostumbrados.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Propuestas

Los Centro de Formación ¿están formando el docente que la escuela necesita?

Mucho se ha hablado en los niveles obligatorios del Sistema Educativo, sobre la necesidad del planteo en los docentes de una “nueva” pedagogía que refuerce las capacidades vinculares de los chicos, desde la especificidad disciplinar y la relación interdisciplinar para la formación de un ser integrado en sí mismo y en la sociedad democrática, construida desde el consenso y la aceptación tolerante de las diferencias.
En este sentido se han formulado diferentes teorías que tratan de brindar a los docentes diferentes miradas que, una vez en la práctica, tenderían a modificarlas, ayudando, de esta manera, a ampliar la visión del chico, abandonando consecuentemente, la escuela, el papel de reproductor de “vicios” sociales que, en su indiferencia, fijó.
Para esta necesaria modificación del rol del docente al de educador como agente de cambio, es necesario también el mismo nivel de modificación en los centros de formación, para que las nuevas generaciones de docentes se encuentren más sensibilizados para su tarea. Ya que, para los actuales estudiantes de los centros, su propia biografía escolar atenta contra la inestabilidad de las certezas , determinándolas. Y es prioridad entender que, en un mundo de cambio vertiginoso como el que nos contiene, las certezas son escasas. Me animaría a decir que a única certeza cierta, es la de nuestra existencia.

¿Qué significa esto?

El devenir de la historia, y el carácter movilizador del hombre, acabó con aquellos grandes mitos, con las grandes verdades que los grupos de poder sostenían.
En este sentido hubo dos grandes sucesos que aceleraron este proceso, y casualmente ambos tienen que ver con avances fenoménicos de la comunicación:
 El primero fue la masificación del texto, de mano de la imprenta. Los libros abarataban sus costos y el acceso a la información comienza a diseminarse. Sus variantes en periódicos y otras publicaciones más austeras, como el panfleto o el folletín, hacían correr sin distinción de clase las nuevas ideas y los avances de la ciencia que, como cataratas, hacían desbarrancar las amenazas apocalípticas religiosas y ponían en contacto al mundo.
 Muchos siglos después, con una serie de avances que continuaban su senda dentro de la comunicación, como la radio y posteriormente la televisión, aparece el satélite que ha de dar la estocada final, dejando sin tiempo al camino de la información, inmediatizándola, mostrando al instante un mundo desconocido para nosotros y los sucesos que allí ocurrían, conectándonos, en imagen y audio, a todo el planeta.
Sin límite de edades, la familia entera pretendía educarse por televisión. No sólo eso, sino que la Industria televisiva pretendía (o pretende) educar a la familia. Y en esta ambición de conocer el mundo, aunque sea por televisión, fuimos perdiendo contacto con nuestro entorno. En las grandes ciudades, este pobre contacto con el otro, fue carne de Internet, que permitía conectarse con un “click” con cualquier persona del mundo. Lo que se atrofió fue nuestra capacidad de conectarnos socialmente. Incluso estas palabras fueron “virtualizándose” para su utilización dentro de este ámbito: las relaciones persona a persona pueden no ser las concretas, lo social puede formar parte del concepto de “comunidad” que se maneja en la Web, entre otros. De allí que en la era de la comunicación, paradójicamente, los vínculos personales han sido quebrados.
En estos sistemas progresistas, donde los que menos tienen quedan relegados, debemos, como futuros docentes, abogar por reforzar el autoconcepto de nuestros chicos, a través de un vínculo que le sirva de contención para un crecimiento sano sin lo resentimientos que vemos hoy.
Para esto es necesario, dentro de los Centros de Formación Docente, que los educadores de futuros educadores, además de enseñar contenidos específicos y pedagógicos, ayuden a construir un docente creativo en la acción, capaz de resolver situaciones conflictivas, pero además, de generar vínculos que refuercen la estima para construir ese ser social del que hablábamos en el inicio, para que sea capaz de reflexionar sobre su realidad, y por sobre todo, que sea capaz de abrir nuevas puertas para mostrarles otras realidades, y animarlos a conocerlas.
Quizá las estrategias para esto sean tendientes a sensibilizar la mirada del estudiante adulto, con todo lo que esto implica, para que pueda captar, con una visión descontaminada, las necesidades de los grupos que tenga a cargo.
Para llegar a esta meta, las estrategias tendrán que ver con una presentación creativa, también a nivel terciario, de los conocimientos, con el objetivo de naturalizar este tipo de presentaciones, y hacerlas carne para sus futuras prácticas. Incluso sería positivo incluir el juego, para reforzar siempre la idea de la creación de vínculos que el hombre adquiere en sus primeros años a partir de estas prácticas. Además es puro mito que el hombre adulto no puede jugar, sólo ha perdido la costumbre de hacerlo. El juego quita presión al aprendizaje y a los procesos evaluativos, de esta manera se realizan inevitablemente, evaluaciones procesales, dotándola de un sentido más adecuado a la necesidad actual.
La realidad es que en los Centros de Formación, cursan clases alumnos adultos, que, si bien no tienen el caudal de conocimiento que un docente, son capaces, como adulto, o debería enseñárseles a ser capaces de formar opinión frente a los textos que leen. Por lo que el docente de profesorado debería alimentar a esta formación reflexiva frente a los conceptos que le presenta a sus alumnos, pluralizando las fuentes de su material de trabajo y poniendo en crisis sus certezas, para la búsqueda de nuevas respuestas que se adecuen a su problemática, tarea que deberá realizar a diario en su profesión docente a la hora de seleccionar estrategias para llevar adelante un grupo.
Estas actividades deben ser planteadas con el propósito de reconocerse y reconocer en el otro un ser que reflexiona y tiene sentimientos de los más diversos, que pueden ser o no coincidentes con los propios. Esta diversidad debe ser entendida como la posibilidad de aprender del otro. Sólo reconociendo al otro y sus capacidades podremos saber cuales son sus necesidades de conocimiento, en este caso, e intentar brindárselas. Sólo reconociendo al otro podremos enseñar. Este no es un fenómeno aislado de los niveles obligatorios del Sistema, porque sólo el que ha sido reconocido como Ser es capaz de reconocer a alguien más.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Otro de Pink Floyd

El anterior me gustaba, este si es imperdible

Video de Pink Floyd

Es más que significativo

lunes, 27 de octubre de 2008

Eficacia y Eficiencia III


En este camino de búsqueda, me reconozco como parte del elenco protagonista de la "puesta educativa. El papel del alumno, el que ocupo en este momento, es sumamente importante, no sólo porque es a quien se debe "seducir" al conocimiento, sino porque se establece una relación dialéctica con el docente, en la que ambos se construyen en sus roles.


De manera que, siendo coherente con el discurso crítico, desde nuestro lugar también se ha generado un atomizamiento visto por partes como irrecuperable, que seguramente podemos justificarlo con la forma de presentación de contenidos, pero hemos llevado esta pasividad al extremo de no demandar la reformulación de éstas presentaciones. Es de entender que me refiero a los estudiantes de los centros de formación docente, que somos los que tenemos, de cierto modo, el bagage de conocimientos al respecto para hacerlo.


En este sentido hay diferentes factores que hacen a esta situación: por un lado, las situaciones económicas de nuestro país (y del mundo), generaron la necesidad de encontrar carreras cortas con salida laboral medianamente inmediata. Esto hizo que la carrera docente picara en punta como un trabajo seguro para el ingreso al sistema laboral estatal, que en mayor o menor medida, asegura estabilidad y retiro. Sumemos a esto la idea errada de que educar es fácil, y tendremos una acumulación de aspirantes a docentes en los centros de formación, con intereses sumamente diferentes, y entre ellos, los pocos vocacionistas (por decirlo así) que realmente le interesa aprender a modificar la vida del otro de manera positiva y decisiva.


Pero aún entre los últimos podemos encontrar a los hijos del sistema positivista que marcó a fuego a nuestros docentes, a nuestra sociedad, como ningún otro, y durante años. Este modelo determinó al alumno como un receptor pasivo del enorme caudal de conocimientos que el docente depositaba en él. De manera que, a través de generaciones se instaló esta idea, no sólo desde los docentes, sino desde el modelo de enseñanza que habían recibido las generaciones anteriores, que ante el cambio social vertiginoso del que hemos hablado en entradas anteriores, se aferran naturalmente a viejas estructuras como aquellos pilares de su propia educación.


Desde las ideas constructivistas a esta parte, el alumno debe formar parte activa de este actuar educativo, responsabilizándose de la construcción de su propio conocimiento. Esta participación, a la par del cambio en el rol docente, quedó sólo en palabras. El alumno se acostumbró tanto a recibir pasivamente educación, que cómodamente sigue esperando que hoy todo se modifique sin su participación.


De esta manera, podemos decir que, así como eficacia y eficiencia, dentro del campo de los educadores de futuros educadores, es insuficiente por la significación que dentro de su biografía escolar estas dos palabras tuvieron, los alumnos deficitan de igual manera eficacia y eficiencia, por compartir la misma significación y biografía escolar, y evitar la responsabilidad que, en esta relación dialéctica con el docente, le compete en la contrucción del acto educativo.


En referencia a la calidad y disposición para estas relaciones, Miguel Angel Santos Guerra escribe un artículo en su blog que titula "Cena entre amigos", una lectura amable de realidades no tan amables.http://blog.laopiniondemalaga.es/eladarve/2008/09/

jueves, 16 de octubre de 2008

Chanchos mirando al cielo


La posmodernidad nos encontró asombrados con las novedades tecnológicas. Este asombro posibilitó el aprovechamiento de los mercados para tomarnos como espectadores del mundo y consumidores de todo aquello que las imágenes nos mostraran, incluso de ellas mismas.
Las nuevas generaciones nacieron con estos cambios y esta vertiginosidad, por lo que el asombro no fue el mismo para ellos que para nosotros. Esta diferencia hizo que dejaran de ser espectadores de las tecnologías y comenzaran a acercarse a ellas con intereses distintos a los nuestros: mientras nosotros mirábamos impávidos lo que la tecnología nos mostraba, los jóvenes incurcionan naturalmente en la tecnología para modificarla y asignarle un papel expresivo comunicativo para con el mundo, como son los fotologs, los blogs...
En este camino, los adultos perdimos audacia y atención, y los jóvenes quedaron huérfanos, debiendo significar instintivamente, no sólo las imágenes que consumían, sino aquellas que comenzaban a producir. Y como nosotros, adultos, aún no salimos de nuestra impavidez, no somos referentes de consulta, porque nos cuesta salir del asombro y dejar de ser espectadores.
Dentro de ese contexto, el docente se juega en tomar decisiones, que como espectante, muchas veces no son acertadas. Sin embargo, hace un tiempo, "Nostradamus" sociales, predecían la necesidad de un nuevo rol docente, que atendería al conocimiento que los chicos "traerían", tratando de guiar con significatividad un aprendizaje "aprovechable" para sus intereses.
La educación artística, plástica visual en particular, también cobraría protagonismo, a través del posicionamiento de la imagen como vedette del posmodernismo. Por lo que los jóvenes debían "instruirse" en la lectura de este nuevo texto, para entenderlo y para producirlo.
De eso se trata el rol del docente de educación plástica hoy: debe brindar herramientas que generen nuevos universos a descubrir, nuevos intereses en los chicos. Resignificando los que poseen a traves de actividades creativas que posibiliten explotar su cualidad expresiva. De este modo, comenzamos a formar en la participación, abandonando el lugar de espectadores, convirtiéndolos, a traves del uso adecuado de las herramientas del lenguaje, en productores de ideas.
Para esto, es condición sin equa non que como futuros docentes, nos despertemos del asombro y nos adentremos al mundo en que los chicos viven para poder guiarlos adecuadamente.

martes, 23 de septiembre de 2008

Eficacia y Eficiencia II


En los tiempos de la Escuela Normalista, la formación docente respondía con eficacia al sistema y con eficiencia a la demanda social. Ese contexto dió nacimiento a la necesidad de un modelo docente que el estado se ocupó de sistematizar.

En el devenir de la historia, en conjunto con el planteo de un desfasaje entre la realidad de la institución escolar y la necesidad contextual, existe análogamente, un desfasaje entre el docente que la institución escolar necesita para "acercar las partes", y el docente que egresa de los centros de formación.

De esta manera eficacia y eficiencia dentro del sistema y la formación docente no se construye de la manera en que, eficacia y eficiencia, es demandada a la institución escolar. Reproduciendo sistemática y cíclicamente modelos que no pueden más que frustrarse ante una realidad de necesidad de eficiencia que resulta de una actitud docente no construída dentro de los centros de formación. Ya sea por los avatares propios del manejo de sistemas educativos por parte de una "ineptitud" del poder político, como también por la incapacidad de los docentes de nivel superior, formadores de docentes de revelarse a su propia formación; demostrada, con una alta deserción y un creciente desinterés, altamante ineficaz y profundamente ineficiente.

Sin embargo, educar sigue siendo la tarea.

Dentro de este pesimismo declarado del sector docente (y de la sociedad en general) sigue latente la intención de brindarse al otro para brindar conocimiento.

En este contexto, ¿cuál es el rol del docente hoy? ¿cuál es su misión? ¿dónde está la meta de la eficacia? ¿cuál es el camino de la eficiencia?

Eficacia y Eficiencia I


Hace aproximadamente dos años, en esos avatares del profesorado, reconocí y determiné el significado específico de dos palabras que hasta ese momento eran sinónimo para mí: Eficacia y eficiencia. La primera se definía como: responder correctamente a una tarea asignada, mientras que la segunda le sumaba a esta respuesta: la voluntad de realizarlo de la mejor manera posible.


A partir de allí, la autoexigencia de estudiante adulta, tuvo nombre y apellido, generando diferentes niveles de frustración, dependiendo de la asiduidad del encuentro con ella (frustración).


Pero quizá el espacio donde estas frustraciones hacen mella es en aquellos que nos llevan a la practica de la actividad para la que nos estamospreparando. Tal vez tiene que ver con el escaso tiempo de encuentro con los docentes de esos espacios que, afines organizativos absolutamente necesarios, se reduce al repaso de un organigrama de la práctica de cada alumno.


Si nos atenemos a otros aprendizajes obtenidos a lo largo de la carrera, podemos decir que construímos conocimientos también a partir del modo en el que nos los imparten. Entonces quizá este malestar no es más que una enseñanza sobre lo frustrante que puede resultar el encuentro día a día como educador con los educandos. Por la carga de frustraciones de los chicos y por la nuestra, en un sistema en el que, al igual que en el profesorado, resulta difícil sentirse contenido.


En este punto es donde empiezan a florecer los interrogantes: si permanentemente, y sustentado por un marco teórico importante, enseñamos o exponemos la urgencia social de ajustar sin "apretar", de contener sin "malenseñar", me pregunto: ¿Está el profesorado en su práctica, construyendo un docente con estas características? capaz de tomar las frustraciones y convertirlas en puntos de partida de experiencias positivas? capaz de reconocer las dificultades y trabajar con ellas sin necesidad de ponerlas como impedimento de estas experiencias? en resumen, capaz de ser creativo? O por el contrario, genera un docente propio del sistema frustrante del que reniega hoy?

Encuesta


Hace tiempo me encomendé a una tarea que hoy, en vistas de un proyecto personal, me resulta muy aprovechable.Comparto con el que lea el resultado de una indagación puertas adentro de mi familia sobre las impresiones de la escuela, que les gusta y que no.

En principio la pregunta fue ¿Qué te gusta de la escuela?, primero obtuve el desconcierto de mis hijos al ser yo quien necesitara la ayuda de ellos para esta cuestión, y posteriormente una respuesta que quizá hubiera adivinado ante la presión que como padre uno ejerce para que estudie: -"Estudiar"

Pero como para mí era insuficiente ataqué con un arsenal: ¿Pero qué cosas te gustan?¿ que materias?¿el recreo?

A continuación algunas notas que tomé, aún ante el desconcierto de mis hijos

Yamina de 10:

Le gusta: plástica (pintar), música (hacer instrumentos), recreo (jugar con amigos), biblioteca, tecnología (hacer cosas).

No le gusta: escribir, naturales, la señorita de música (es muy gritona), no espera para copiar.


Uriel de 8:

Le gusta: dibujar (plástica), Tecnología (como son las cosas), Ed. Física (jugar al básquet), recreo (jugar al fútbol)

No le gusta: recreo (rechazo, golpes), música (la maestra).


María Sol de 6:

Le gusta: estudiar (escribir), Ed. Física (correr ejercitarse), plástica (pintar), recreo (jugar), música, tecnología (seño buena).

No le gusta: los retos, música (seño mala)


Contenta con la empresa salí a preguntar a dos personas con otra formación, o ya formados, es decir, que ya hubieran recorrido la escolaridad para que me dieran su impresión de cómo ven la escuela hoy, y esto es lo que obtuve:


Eduardo- pintor de obra, secundario completo:

-La escuela está hecha una mierda: falta interés de los maestros, falta interés del gobierno que se ve en los edificios, falta de respeto mutuo entre docentes y alumnos, falta de apoyo del gobierno a los docentes, mucho aprovechamiento de los constructores parahacer arreglos en los edificios.


Mónica- docente en ejercicio, terciario completo:

-Está muy abandonada por la sociedad. Docentes asistencialistas, sin autoridad, sin poder de decisión. Contextos problemáticos, falte de límites. Saberes previos disminuídos. Falta de autoridad de docentes con los padres, ausencia de la familia. Burocracia que recarga al docente desviando su especificidad. problemas vinculares.


Más adelante continuaremos con nuevos entrevistados

miércoles, 6 de agosto de 2008

Didáctica Actual


Las relaciones sociales en general son complejas, y el primer lugar donde se establecen este tipo de relaciones es la institución escolar. Además de ésta, la escuela cumple la función de enseñar en sus alumnos los elementos culturales que la sociedad considera necesarios para contribuir en el colectivo social.
Esto significa que tanto los conocimientos concretos como las relaciones que se producen dentro del ámbito escolar, no sólo están influídas contextualmente, sino que serán representaciones, y en muchos casos, reproducciones estructurales de la sociedad que lo contiene.
De esta manera, la didáctica, como disciplina que comprende los procesos de enseñanza aprendizaje, amplió su campo de acción, que en principio estaba circunscripta a la práctica diaria dentro del aula, a todos aquellos aspectos que tienen que ver también con lo institucional, social y político, que ejercen una influencia definitiva en los cómo y qué enseñar.
En este contexto y con el cambio constante de los marcos sociales, el docente se ve obligado a aprender constantemente nuevas formas de enseñar, y comenzar a compartir responsabilidad de aprendizaje con el estudiante, enseñándole mecanismos de adquisición de conocimientos que le posibiliten adoptar una postura superadora de sí mismo.
En este sentido, es necesario crear conciencia en el docente de esta obligación, de lo contrario la idea de un conocimiento significativo será inconsistente.

miércoles, 4 de junio de 2008

"Interrumpí mi educación a los 6 años para ingresar a la escuela"


Lejos de la gracia, este dicho popular se está convirtiendo en el caño roto que socava los cimientos de la institución escolar.
La escuela fue, durante muchos años y hace muchos años, un referente de escala social, y como tal, el elemento indispensable para planificar un futuro.
Hoy, hace rato que el posmodernismo nos llevó las planificaciones, y, con la idea de que "la vida es un rato", también nos llevó el futuro.
Sin embargo las generaciones nuevas; aquellas que no "eligieron" dejar de planificar viviendo el hoy porque las guerras le habían quitado, junto con el capitalismo excluyente, las garantías de prosperidad que el positivismo le había prometido; tiene la necesidad esencialmente humana de planificar ante la incertidumbre, para generar algún tipo de seguridad emocional. Pero ante un contexto que no lo invita a cuestionarse sobre su porvenir, abandona las preguntas dejándose llevar, construyendo una angustia disfrazada de resignación.
En este punto, la escuela debería, como primer espacio de sociabilización, trabajar en pos de este cuestionamiento para ayudar a esta generación a encontrar el camino desconstructivo de esta angustia, y resignificar su especificidad como educadora para la vida. En cambio le brinda a estos chicos, una guardería con conocimientos que no le significan nada, y trabajados de una manera que tampoco aportan nada.
Es nuestro trabajo entonces como futuros docentes de arte, frotar las yemas de nuestros dedos y empezar a trabajar desde lo emocional para dar vuelta este barco y empezar a transformar esta angustia en demanda movilizadora para una trasnformación radical del ser.
¿Cómo? Ampliando la perspectiva del chico y aprendiendo de ellos a abrir la mirada. Pero con calma, entendiendo que los cambios toman tiempo, y que necesitan de nuestro compromiso constante y sincero (sincero sobre todo).
La respuesta quizá sea acercar contenidos desde otro lugar, un lugar más cercano a ellos (no significa menos profundo), de una manera más desestructurada, alejándonos del personaje omnipotente y ofreciendo con humildad puntos de partida para comenzar a reflexionar sobre quienes somos y que queremos, tanto ellos como nosotros. Iniciarnos en el camino de proporcionar cuestionamientos y no respuestas propias que resultan inentendibles a los ojos de un chico que no sólo está en el camino de conformar su propio yo, sino que además está inmerso en un contexto mucho más complejo que el que nosotros vivimos, con muchas menos certezas que en nuestros días.
Hoy, la única verdad cierta, valga la redundancia, es que la escuela recibe a estos chicos, con esta angustia, y como bien reza el dicho, no estamos enseñándole nada que le sirva para resolver su propia vida. Será nuestra tarea de hormigas como futuros docentes, poder, desde nuestro lugar, abrir este camino de interrogantes que ayuden a ver otras opciones, posibilitando la toma de decisiones a partir de una elección concreta, porque sólo el que sabe que existen otras opciones elige. Aquél que no conoce opciones, actúa siguiendo a la manada, ignorando el libre albedrío que, por ser humano, posee.

miércoles, 28 de mayo de 2008

La Clave de lo posmoderno



La mayor transformacíon del arte, a partir de la incorporación de la tecnología en su proceso creativo, tiene que ver con el cambio radical de la posición del espactador. Se le incorpora al arte una dimensión temporal desde la creación del cine, que el artista aprovecha condocionando al espectador a involucrarse en la obra para contemplarla. Paradójicamente, en este involucramiento que proponen las nuevas formas artísticas, como las instalaciones, el videoarte, y otras performances, el espactador, deseándolo o no, deja de ser contemplativo para formar parte, con su sola presencia, del acto creativo.
Esta apertura hacia soportes tan efímeros como la experiencia, redefine no solo la causa artística, sino los marcos que legitiman las obras de arte cuestionando los espacios que avalan esta legitimación. La obra artísticatraspasa las paredes de los museos abandonando la representación fija y perdurable, provocando un fenómeno de desmercantilización de las obras artísticas, generando todo un producto conceptual al dejar claro que nadie es dueño eterno del arte, o bien que el tiempo es dueño de su arte.
De todas maneras, es importante aclarar que si bien las tecnologías transformaron el arte al incorporar nuevos elementos, la transformación conceptual del arte es producto de una transformación contextual que tiene que ver más con lo intelectual que con lo operativo, que siempre es circunstancial. Es innegable además, que la conexión con el resto del mundo en un tiempo mínimomodificó radicalmente la cosmovisión no solo del artista, sino también del espectador que comienza a animarse a cumplir esta nueva función partícipe del acto creativo.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Vacío de soledad? Lleno de soledad?


Los hombres nacemos solos y morimos solos en nuestra individualidad.
En ese recorrido por la vida se nos apegan presencias de otras soledades que, en nuestra necesidad humana de sentirnos contenidos, comparten amores, experiencias, tristezas y desamores. Las nombramos y le atribuímos diferentes cualidades en las que depositamos nuestra necesidad. Através de ellas construímos una suerte de ser, que culturalmente se adecúa a lo que se considera un hombre de bien.
Nos vestimos tras estos apegos y, cuando creemos tener el vestuario completo, las costuras se debilitan y empezamos a quedarnos desnudos. Aquellas presencias en las que habíamos depositado toda nuestra necesidad de contención, nos abandonan creyendo haber aportado lo sufuciente como para que cosamos nuestros trapos con éxito.
Allí, en el impacto de la ausencia, comienza a roer de manera impiadosa, la incertidumbre, batiendo vacío ante la falta de respuesta a las preguntas que redacta nuestra seguridad. Esa seguridad de haber estado vestido, muta a vergüenza cuando descubrimos esta desnudez.
Sin embargo, reconocemos que debemos sabernos desnudos para volver a redescubrirnos como soledades presentes circunstancialmente, si al final los ojos bajo la tierra volverá a encontrarnos desnudos y solos.

viernes, 9 de mayo de 2008

A modo de Introducción

Este blog surge como un espacio de evaluación y autoevaluación alternativa desde diferentes cátedras de la Carrera del Profesorado de Arte en Artes Visuales de La Escuela de Artes Visuales de la ciudad de Victoria, en Entre Ríos.
Esta propuesta intenta, además de ordenar, de alguna manera, las materias dentro de un mismo espacio y a distancia de un click, generar otra forma de vincularse entre docente alumno, donde el primero pueda, através del blog, conocer pensamientos, reflecciones, realidades, experiencias del alumno en otro contexto menos formal, y menos sistemático.