jueves, 16 de octubre de 2008

Chanchos mirando al cielo


La posmodernidad nos encontró asombrados con las novedades tecnológicas. Este asombro posibilitó el aprovechamiento de los mercados para tomarnos como espectadores del mundo y consumidores de todo aquello que las imágenes nos mostraran, incluso de ellas mismas.
Las nuevas generaciones nacieron con estos cambios y esta vertiginosidad, por lo que el asombro no fue el mismo para ellos que para nosotros. Esta diferencia hizo que dejaran de ser espectadores de las tecnologías y comenzaran a acercarse a ellas con intereses distintos a los nuestros: mientras nosotros mirábamos impávidos lo que la tecnología nos mostraba, los jóvenes incurcionan naturalmente en la tecnología para modificarla y asignarle un papel expresivo comunicativo para con el mundo, como son los fotologs, los blogs...
En este camino, los adultos perdimos audacia y atención, y los jóvenes quedaron huérfanos, debiendo significar instintivamente, no sólo las imágenes que consumían, sino aquellas que comenzaban a producir. Y como nosotros, adultos, aún no salimos de nuestra impavidez, no somos referentes de consulta, porque nos cuesta salir del asombro y dejar de ser espectadores.
Dentro de ese contexto, el docente se juega en tomar decisiones, que como espectante, muchas veces no son acertadas. Sin embargo, hace un tiempo, "Nostradamus" sociales, predecían la necesidad de un nuevo rol docente, que atendería al conocimiento que los chicos "traerían", tratando de guiar con significatividad un aprendizaje "aprovechable" para sus intereses.
La educación artística, plástica visual en particular, también cobraría protagonismo, a través del posicionamiento de la imagen como vedette del posmodernismo. Por lo que los jóvenes debían "instruirse" en la lectura de este nuevo texto, para entenderlo y para producirlo.
De eso se trata el rol del docente de educación plástica hoy: debe brindar herramientas que generen nuevos universos a descubrir, nuevos intereses en los chicos. Resignificando los que poseen a traves de actividades creativas que posibiliten explotar su cualidad expresiva. De este modo, comenzamos a formar en la participación, abandonando el lugar de espectadores, convirtiéndolos, a traves del uso adecuado de las herramientas del lenguaje, en productores de ideas.
Para esto, es condición sin equa non que como futuros docentes, nos despertemos del asombro y nos adentremos al mundo en que los chicos viven para poder guiarlos adecuadamente.

1 comentario:

Diana Campos dijo...

Buen comentario , y... pasamos al capitulo VI de la antiestetica, y luego charlamos